viernes, 14 de agosto de 2009

Insurrección popular


Los golpes de estado son rupturas del orden institucional de una sociedad, donde los grupos dominantes buscan sobreponerse a las normas políticas y económicas para hacerse con el poder. Los golpes representan las pugnas entre los círculos de poder, quienes violentan las normas sociales, mutuamente aceptadas, con el fin de acrecentar sus intereses.

Únicamente constituye un acto legítimo el rompimiento del orden institucional cuando proviene de la voluntad expresa de los pueblos. Aquella que nace de la profunda insatisfacción con las injustas condiciones sociales y el deseo de transformar esa realidad mediante los métodos que estimen necesarios.

Toda sociedad tiene una determinada organización social, que tiende a estar estructurada en beneficio económico y político de los grupos dominantes, dado que son ellos quienes controlan los espacios de toma de decisión. No podemos afirmar que es un control absoluto, dado la compleja interrelación de fuerzas que existe dentro de toda sociedad, pero es claro que dominan las estructuras que determinan quienes son los vencedores y perdedores sociales.

Pero los grupos dominantes no son homogéneos, existiendo entre ellos profundas diferencias, que se manifiestan principalmente en el deseo de superar económicamente al otro. Estas diferencias entre los grupos dominantes pueden llegar a producir pugnas por el poder que conducen a los golpes de estado.

Cuando un grupo dominante ve sus intereses en riesgo debido al incremento del poder político o económico de otra facción, o por el simple deseo de aumentar su poder, puede intentar romper la normativa legal, y utilizar un golpe para bajar violentamente del poder a la otra facción. La mayoría de golpes de estado son pugnas internas entre los grupos de poder.

No condenamos el golpe de estado con motivo de defender la institucionalidad, dado que esta institucionalidad es la legitimación de las estructuras que conducen a la injusticia social. Pero si se condena el golpe de estado por ser una competencia burlesca entre los grupos dominantes en detrimento del desarrollo de las grandes mayorías.

Los pueblos se mantienen ignorantes de los intereses que manipulan estas tragicomedias, donde los poderosos pelean entre sí el derecho de establecer la institucionalidad que más les convenga, cuyo resultado final es siempre la explotación y opresión de los pueblos.

Condenamos el orden institucional actual, y reconocemos que el único método legítimo de alzarse en contra de ese orden es la insurrección popular. La insurrección es la expresión de la voluntad de los pueblos no de oponerse a determinado candidato o grupo, sino de rechazo al sistema en su totalidad. Es cuando los pueblos deciden que el orden institucional imperante es inaceptable, y determinan, por los medios que sean, librarse del sistema que los rige y oprime.

La legitimidad de la insurrección popular nace del hecho que ningún sistema político o económico puede estar por encima del pueblo, y este es el único que tiene derecho a determinar en cualquier momento que destino desea para sí mismo.

No podemos anticipar si una insurrección popular será violenta o no violenta, o cual será el resultado final de la misma, por lo cual es imprescindible la formación de conciencia masiva para que la insurrección avance por caminos que reflejen el verdadero pensamiento del pueblo. Nadie puede apropiarse del derecho a determinar qué camino debe tomar la sociedad, por lo que es vital fomentar la creación de conciencia en el pueblo para que este pueda de forma critica analizar su realidad, determinar en qué forma desea transformarla y organizarse para ejecutar su ideario.

La legalidad no debe convertirse en obstáculo al levantamiento popular, dado que ningún orden, y mucho menos uno que existe en beneficio de grupos de poder y en detrimento de la salud y vida de los pueblos, puede tener mayor legitimidad que las justas aspiraciones de las grandes mayorías. La insurrección popular se plantea como el único camino para verdaderamente transformar la sociedad, rompiendo con las estructuras que se encuentran bajo el control de los grupos dominantes para construir, en su lugar, una sociedad que satisfaga plenamente las aspiraciones y necesidades de los desheredados del mundo.

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