lunes, 26 de octubre de 2009

Reivindicaciones indígenas

Nuestros pueblos indígenas se encuentran en un momento decisivo en su histórica lucha por reivindicar sus derechos no sólo como pueblo, con sus propias costumbres y forma de vida, sino también como ciudadanos, con pleno derecho a participar en la vida política y económica nacional. Nuestros siete pueblos indígenas, Ngäbe, Embera, Bugle, Wounaan, Kuna, Bri bri y Naso se enfrentan en su cruzada emancipadora a dos obstáculos poderosísimos: la explotación y la ignorancia.

La explotación surge desde el sistema dominante, que impone patrones de vida y desarrollo que conducen a la pobreza y marginación indígena. La ignorancia surge del adoctrinamiento cultural que se da desde temprana edad, corrompiendo la objetividad de muchos,cimentado actitudes que se expresan en la discriminación en base a prejuicios racistas. Son dos dimensiones complementarias, una se refiere a la discriminación sistemática debido a la organización social imperante que favorece a determinados grupos de poder y el otro a los prejuicios culturales que tenemos contra los pueblos indígenas que conducen a un trato despectivo.

Esta mancuerna nefasta tiene como resultado la explotación laboral, oportunidades educativas y de superación reducidas, condiciones de salubridad deficientes y la destrucción cada vez mayor de sus tierras. Pero aún encontrándose en la adversidad, nuestros hermanos indígenas se aprestan cada vez más a luchar por cambiar esa realidad, única esperanza de constituir una comunidad panameña incluyente y justa.

Debemos destacar que existen diferentes concepciones respecto al papel de nuestros pueblos indígenas en la vida nacional. En un extremo, aquellos que sufren de la ignorancia antes mencionada, quienes sostienen ideas racistas, con quienes es casi imposible establecer diálogo racional y conciliador respecto al tema indígena, aún con pruebas puntuales en mano. Este grupo no es merecedor de mayor consideración, y sólo podemos esperar constituyan una minoría. En el otro grupo se encuentran aquellos que creen que los pueblos indígenas deben ser incluidos en una manera limitada y demarcada dentro de la vida nacional, con cuotas determinadas de poder político y espacios culturales para promover sus costumbres y tradiciones. Esto puede llamarse la visión pluricultural, y ejemplos de este pensamiento lo podemos apreciar en la propuesta del gobierno de crear un ministerio indígena y en la mayoría de las iniciativas de promoción turística utilizando la danza, artesanías o canto indígena. Pero esta visión, que sospecho es la mayoritaria, no reconoce a los indígenas como iguales, sino como personas que merecen, por razones de progresismo social, una cuota mínima de reconocimiento sin tener participación puntual en las estructuras de toma de decisiones políticas y económicas.

Planteo la tercera y más radical de concepciones, que es la multicultural, en base a la cúal los pueblos indígenas deben tener una participación y preponderancia en la sociedad relativa a su presencia numérica y moral en la nación. Permitir que la cultura indígena, al igual que las culturas de otros grupos étnicos. como los afrodescendientes, tenga igual participación en los procesos de toma de decisiones económicas y políticas, no mediante cuotas de poder, sino mediante transformaciones sistémicas que hagan de nuestra sociedad una donde las distintas formas de vida de nuestros pueblos coexistan en armonía. La multiculturalidad implica aceptar que no existe una forma única de organizar la vida social que debe dominar todas las otras, sino que nuestra sociedad debe estar constituida de tal forma que incorpore, respete y concilie las diferentes perspectivas e idiosincrasias. Ejemplo de la multiculturalidad en contraste a la pluriculturalidad, es que no debe haber un ministerio indígena, deben existir las oportunidades para que haya ministros y directores indígenas que manejen cualquiera tema, desde economía hasta vivienda.

Hoy, nuestros pueblos indígenas se encuentran en un momento coyuntural, librando dos batallas que serán determinantes para el desarrollo del tema indígena. Una es la del pueblo Ngäbe en Charco La Pava, quienes han llevado su lucha al plano internacional, y quienes han sido desplazados y reprimidos por los intereses de compañías foráneas quienes compran a gobernantes a la vez que explotan y roban la tierra de los pueblos. La otra lucha, es la marcha indígena, donde diferentes representantes de los pueblos indígenas buscan hacer escuchar su voz al gobierno y ciudadanía sobre sus reivindicaciones históricas, sobre todo la explotación depredadora de los proyectos hidroeléctricos y mineros que desplazan comunidades y destruyen el ambiente con beneficios pírricos para la nación y sin el consentimiento de los dueños ancestrales de las tierras. Estas luchas nos deben llevar a reflexionar y comprender que la tierra es más que simple propiedad privada o bien comercial para ser vendido al mejor postor, tiene un valor intrínseco, indispensable para la vida y realización plena del ser humano.

Estas luchas al igual que la diaria que llevan a cabo los pueblos indígenas, dentro y fuera de las comarcas, requieren de un factor imprescindible para alcanzar plena realización. Ello es la solidaridad y hermandad del resto del pueblo panameño, quien debe dejar a un lado sus prejuicios y temores reconociendo el igual derecho de los pueblos indígenas a coexistir junto a los demás grupos nacionales, y unirse a su lucha por exigir cambios sociales que acaben con la explotación de los pueblos indígenas. Esta lucha debe tener como norte la consolidación de un estado multicultural, aquel donde no sólo los pueblos indígenas, sino todos los pueblos dentro de Panamá, tengan la posibilidad de ser parte y protagonista del desarrollo de la nación. Es tarea apremiante asegurar que nuestra sociedad no sea un reflejo únicamente de los intereses de un sector minoritario de la población, los sectores dominantes, sino de toda la diversidad y pluralidad de nuestro pueblo. Crisol de Razas debe dejar de ser un slogan vacío para convertirse en un credo que unifique a los pueblos de nuestra nación, nos solidarice con la lucha indígena y nos permita avanzar hacia la consolidación de un Panamá que sea viva expresión de la infinidad de almas que la componen.